Casa abierta y sus atributos


Una casa abierta es un espacio de posibilidades cuyo anhelo esencial es otorgar el máximo grado de libertad a sus ocupantes en la configuración y uso de su hábitat cotidiano.

Esta prioridad del morador sobre su morada puede nutrir todas las etapas de la vida útil de un hábitat:

- En su inicio una casa abierta nace, siempre que sea posible, de una activa participación de sus futuros usuarios, enraizada en sus necesidades reales al tiempo que abierta a incorporar las futuras.

- Cuando no puede ser así (en muchas promociones, tanto públicas como privadas, no se conoce al futuro habitante) una casa abierta se concibe incompleta, con el mayor rango de posibilidades de ser concluida por sus usuarios en función de su particular modo de vida y criterios habitacionales. Nace como un embrión capaz de desarrollarse por muchos caminos, un espacio lleno de potencialidades, definido solo a medias a la espera que sus moradores lo completen, lo adapten a sus ideas y circunstancias, lo hagan suyo.

- En el día a día una casa abierta es una vivienda abierta a ser transformada en cada momento por sus ocupantes en función de sus cambiantes necesidades o estados de ánimo.

- Y hacia el futuro una casa abierta es una vivienda abierta a evolucionar en paralelo a los cambios en los modos de vivir, trabajar y convivir de sus habitantes.

Una casa abierta se sitúa pues con claridad al servicio de sus habitantes. Es una arquitectura que se adapta a sus usuarios, en vez de una arquitectura que les obliga a ellos a ajustarse a su rigidez espacial, su inamovible planificación previa o su jerarquía.


Las casas que habitamos son casas cerradas

Este concepto habitacional nace en clara contraposición con la inmensa mayoría de las viviendas actuales. Las casas que habitamos son, por lo general, casas cerradas. En ellas cada espacio tiene asignado un uso prefijado, resultando complicado habitar la vivienda de un modo diferente al previsto. Cualquier cambio en su estructura, aunque tan sólo consista en derribar un tabique, es incómodo, complejo y caro.

Muchas de las viviendas que nos dan cobijo son ajenas al trabajo en casa, a los nuevos modelos de convivencia, a la sucesión de cambios personales y laborales del mundo de hoy, a un reparto equitativo de las tareas domésticas o a las nuevas tecnologías. Son casas creadas para dar respuesta a una forma de habitar más cercana a la estructura jerárquica familiar y los hábitos domésticos de las generaciones pasadas que a los modos de vivir actuales. 

Son casas cerradas que tratan de imponer un modo previamente determinado de uso. Son casas estáticas que no facilitan que sus ocupantes las adapten a su particular modo de vida. Se mantienen inmutables frente a los cambios de necesidades o los procesos creativos de sus habitantes. Y sus formas son pasivas al paso del tiempo


Un hábitat abierto a los nuevos modos de vivir y habitar

Desde hace unos 30 años, los nuevos modos de vida descritos en el apartado anterior, cada vez más variables e imprevisibles, guían la existencia de una creciente proporción de ciudadanos, especialmente en el centro de las grandes ciudades. Sus vidas, apoyadas en la cercanía y facilidad de las relaciones sociales, la autonomía profesional y el nomadismo generado por las nuevas tecnologías y los vuelos low cost, suponen habitar un presente en constante mutación y un futuro cada vez más incierto.

¿Cómo concebir viviendas que admitan ese variado abanico de modos de vida?
¿Cómo adaptar una vivienda a un usuario en constante cambio?


Doble objetivo de la casa abierta

El concepto de vivienda propuesto, la casa abierta, persigue un doble objetivo. En primer lugar, ser capaz de acomodarse con naturalidad a la vida de sus habitantes, respondiendo a su modo real de vivir, no al de sus abuelos. El segundo objetivo se refiere a que la vivienda no se limite a ser un contenedor limitante o pasivo, sino que sea también capaz de proponer activamente, incentivando a sus habitantes a crear su propio hábitat y hacerse responsables de él, redefiniendo sus convenciones sobre lo doméstico, la convivencia, lo privado, o lo común, y su relación e implicación en el entorno social.

El primer objetivo – responder –  implica dejar de lado los proyectos ideales nacidos del intelecto o las modas, para hacer una arquitectura enfocada a la vida real de sus futuros habitantes. Y los nuevos modos de vivir, variables e imprevisibles como nunca antes, nos empujan a dejar de planificar las casas como un producto acabado, ya determinado, pasando en cambio a considerar el proyecto, la obra y el posterior uso de la vivienda como un proceso en continua redefinición y transformación. Este objetivo nos lleva a dejar de concebir las casas como partituras cerradas, compuestas por alguien ajeno quien va a vivir en ellas, entendiéndolas en cambio como instrumentos musicales con los que los interpretes-habitantes puedan componer su propia música, su personal manera de habitar.

El segundo objetivo – proponer – persigue que la vivienda se convierta en un soporte a la innovación, planteando esta innovación no en la propia arquitectura, como en los burbujeantes tiempos pre-crisis, sino en lo que pase dentro de ella, la innovación desplegada por sus habitantes durante su uso, desafiando los modelos pasados y encauzando los problemas de nuevos modos, con atrevimiento y creatividad. 

El cumplimiento de estos dos objetivos hace que una casa abierta esté orientada al presente y a lo que esté por venir, en vez de atada al pasado. Que esté conectada a los modos de habitar actuales al tiempo que abierta a los futuros. Que esté concebida como destino de lo existente, pero también como origen de algo nuevo que permita avanzar sobre ello.

El nombre de casa abierta tiene su origen en que es una vivienda abierta a ser vivida tal y como sus ocupantes deseen y necesiten, abierta a acoger los nuevos modos de vida actuales y futuros, y que se mantiene siempre abierta a evolucionar junto a la sociedad en donde nace. Una vivienda así ha de ser concebida como un sistema abierto, preparado para incorporar los criterios y necesidades de sus futuros habitantes, intentando estimular su desarrollo personal y social, su singularidad, su creatividad.


Atributos de la casa abierta

La prioridad de la vida de los habitantes sobre la arquitectura de sus viviendas queda reflejada en el hecho de que todos los atributos planteados para la casa abierta estén definidos desde la posición del morador, enfatizando su condición de protagonista y co-autor, y desarrollando su libertad para habitar su hogar del modo que desee, dentro de los límites que la arquitectura le otorgue.

Los 10 atributos planteados son cualidades que tienen que ver con el hecho de que su vivienda no imponga una determinada forma de uso de sus espacios - indeterminada - que admita modificar con sencillez el modo de habitar o convivir - adaptable - o que este abierta a acoger mejoras de tamaño o calidad - progresiva -. Pero también con la posibilidad de que su vivienda trate de trascender al programa convencional de un hogar, dejando que parte de sus funciones tengan lugar fuera de ella o admitiendo usos tradicionalmente exteriores  - reprogramada -, que favorezca el contacto y la agrupación con la vecindad - sociable - o que la construcción sea respetuosa con el entorno, el planeta y el futuro de las generaciones venideras - sostenible -. Y, además, también contemplan que la vivienda admita que el habitante pueda variar, por sí mismo y en todo momento, el interior de su casa – versátil -, la relación de su vivienda con el exterior - permeable -, la dimensión de su espacio - elástica -, o incluso la ubicación de la misma - movilidad -.