Cabaña de vacaciones Cabanon


Arquitectos:
Le Corbusier

Lugar:
Cab Martin, Francia

Año:
1952

Estado:
Construido

Atributos:

Tipologías:
:
Etiquetas:
:

1935-55_Vernáculo

Casi al tiempo que Henry-Russell Hitchcock y Philip Johnson trataban de establecer los principios comunes del Estilo Internacional para su exposición de 1932 en el MOMA, alguno de los protagonistas más importantes mostrados estaba tomando una senda diferente.

Le Corbusier, desde principios de la década de 1930, empezó a perder la fe en el triunfo de la “máquina”, lo que le llevó a adoptar una cierta libertad de expresión, introduciendo elementos técnicos “primitivos” en sus proyectos. Le Corbusier, sobre todo en sus proyectos domésticos, se aproximó a las arquitecturas vernáculas, mediante la utilización de materiales locales y la incorporación de una adecuación al clima, una sensibilidad topográfica y una expresión nacida de la exhibición natural de los procedimientos constructivos.

En 1941, el finlandés Alvar Aalto escribe sobre las cualidades de la tradición vernácula de las casas rurales del este de su país, haciendo hincapié en la posible mejora o ampliación de las viviendas con el tiempo, su progresividad:

“La casa de Karelia es en cierto modo un edificio que comienza con una sola celda modesta o con un embrión de edificio, refugio para el hombre y los animales, y que luego, hablando en sentido figurado, va creciendo año a año. “La casa ampliada de Karelia” puede compararse en cierto modo con una formación biológica de células. Siempre existe la posibilidad de hacer un edificio mayor y más completo”.[1]

Esta visión biológica de la progresividad de las casas rurales está muy cercana a muchos planteamientos de los Metabolistas japoneses de los años 60.

Algunos de los arquitectos que huyeron de la Alemania nazi o de la Guerra decidieron vivir experiencias con arquitecturas vernáculas. En 1933, el arquitecto alemán Bruno Taut (1880-1938) llega a Japón para conocer la cultura y costumbres japonesas, tomando la decisión de habitar con su mujer una pequeña casa tradicional, junto al templo de Shorin-san, a las afueras de Takasaki. Sus experiencias quedan recogidas en su libro La casa y la vida japonesas.[2]

Algún arquitecto se plantea también ir más allá que habitar una casa vernácula: construirla con sus propias manos, reproduciendo la experiencia de Henry Thoreau, a mediados del siglo XIX, junto al lago Walden, en Concord, Massachusetts. Thoreau escribió, tras habitar dos años en su cabaña autoconstruida, sin más sustento que el que la tierra le procuraba:

“Opino que existe en el hombre la misma capacidad que permite al ave construir su nido y, ¿quién sabe si, en el caso de que los hombres construyeran sus casas con sus propias manos y proveyeran de alimentos tanto su persona como a los suyos de modo suficientemente simple, honrado y eficaz, no se desarrollaría universalmente una facultad poética al igual que cantan las aves universalmente cuando se hallan empeñadas en similar tarea?”.[3]

En 1951 Martin Heidegger pronuncia su conferencia Construir, Habitar, Pensar, en el Darmstädter Gespräch, ante los arquitectos destinados a reconstruir las destruidas ciudades alemanas. Desde su Carta sobre el humanismo de 1947 su sistema filosófico giraba alrededor del acto de habitar. Para Heidegger el sentido del ser, primera pregunta ontológica, no puede resolverse sin reconocer que “alrededor de este sujeto existencial gravita todo aquello que le es familiar, los útiles y la casa como materialización de una vida que se desarrolla a través de un tiempo existencial, no cronológico (pasado, presente y futuro experimentados desde la propia subjetividad). El sujeto queda así atravesado por este tiempo existencial y este marco familiar y utilitario que lo describen (…) La casa, la construcción de la habitación, no es tanto una metáfora como el sujeto mismo de la filosofía existencial”.[4]

En esta conferencia destinada a los arquitectos, Heidegger se interroga sobre el significado del vocablo bauen (construir) y el sentido de nuestras construcciones. ¿Por qué construimos? Para Heidegger construir es propiamente habitar y “cuidar” es un rasgo fundamental en el habitar, de forma que el cuidado en la acción de construir provoca un habitar en el que el “ser” despliega su esencia.

Heidegger propuso como modelo de habitar su pequeña cabaña en Todtnauberg, en la Selva Negra, donde, desde 1922, pasaba temporadas, junto a su mujer Elfride. En esta cabaña, de tan solo 6 x 7 metros, desarrolló, durante cinco décadas, muchos de sus más famosas conferencias y escritos, como, por ejemplo, su libro, de 1927, “Ser y Tiempo”.

[1] Alvar Aalto: Architecture in Karelia,1941. En Kenneth Frampton: Historia crítica de la arquitectura moderna 1983. GG, México, 4ª edición 2009, p.194.

[2] En apartado 7.1, Arquitectura tradicional japonesa.

[3] Henry D. Thoreau: Walden o Life in the Woods. 1854. Edición en español: Walden y el deber de la desobediencia civil. Editorial Juventud, 2010, p.68.

[4] Iñaki Ábalos: La buena vida. “Heidegger en su refugio: la casa existencialista”. GG, Barcelona, 2008, p.45.

1922-1978 Martin Heidegger: cabaña en Todtnauberg, Selva Negra, Alemania. (Foto de 1968)

“Pensemos por un momento en una casa de campo de la Selva Negra que un habitar todavía rural construyó hace dos siglos. La casa la ha levantado el empeño de instalar unívocamente en las cosas tierra y cielo, divinos y mortales. Ha emplazado la casa en la ladera de la montaña que está a resguardo del viento, entre las praderas, en la cercanía de la fuente. Le ha dejado el tejado de tejas de gran alero que, con la inclinación adecuada, sostiene el peso de la nieve y, llegando hasta muy abajo, protege las habitaciones contra las tormentas de las largas noches de invierno (…) y así, bajo el tejado, a las distintas edades de la vida les ha marcado de antemano la impronta de su paso por el tiempo. Un oficio que ha surgido él mismo del habitar, que necesita además sus instrumentos y andamios en cuanto cosas, ha construido la casa de campo”.[1]

Dentro de esta senda vernácula, entre 1935 y 1955 destacamos dos ejemplos:

 

[1] Martin Heidegger: Bauen,Wohnen,Danken, Neve Darmstädter Verlaganstalt, 1952. Construir-Habitar-Pensar, en Kosme María de Barañano Letamendía: Chillida, Heidegger, Husserl: El concepto del espacio en la filosofía y la plástica del siglo XX, Universidad del País Vasco, 1990.


1952. Le Corbusier: el Cabanon

El 30 de diciembre de 1951, el mismo año de la conferencia “Construir, Habitar, Pensar” de Heidegger, Le Corbusier dibuja, como regalo de cumpleaños para su mujer Yvonne, los planos de un pequeño refugio, para ellos dos, en Roquebrune, un promontorio de Cap Martin cerca de la frontera franco italiana.

Al año siguiente lo construye, bautizándolo como el Cabanon. Desde entonces Le Corbusier e Yvonne pasarían en él todos los veranos. Sus vecinos eran viejos amigos: su amigo Rebutato, dueño del restaurante l”Étoile de Mer y Eileen Gray y Jean Bodovici, descubridores del sitio, cuya casa E1027, construida en 1929, estaba unos metros más abajo.

En el Cabanon Le Corbusier pasó a vivir en carne propia esa aproximación a las arquitecturas vernáculas que mostraba desde los años 30.

1952. Le Corbusier: el Cabanon. Le Corbusier en su cabaña. Interior

1952. Le Corbusier: el Cabanon. Le Corbusier en su cabaña. Planta

El Cabanon cumplía con las medidas del Modulor, un sistema de medidas ideado por Le Corbusier y presentado en 1949. La planta de la cabaña tenía 366 x 366 cm, con 226 cm de altura. Su superficie, 14 m², era cercana a la del camarote del trasatlántico que trasladó a Le Corbusier desde Burdeos a Buenos Aires y en donde, como él afirmaba, un hombre podía ser feliz. En el Cabanon, como en el trasatlántico, parte de los servicios, como ducharse y cocinar, se hacían fuera, bien el restaurante, bien en el camping que Le Corbusier proyectó para Rebutato.

Esta disposición de servicios fuera de la vivienda la convirtió en un ejemplo de casa reprogramada, al tiempo que sus elementos de transformación interior la hicieron versátil.

1952. Le Corbusier: el Cabanon. Le Corbusier en su cabaña. Interior

1952. Le Corbusier: el Cabanon

1952. Le Corbusier: el Cabanon. Interior

Le Corbusier trabajó cada verano en el mismo Cabanon, entre baño en el Mediterráneo y baño de sol, hasta que, en 1954, se construyó una pequeña barraca de obra para poder hacerlo de forma independiente a la casa.

El Cabanon nació en el tiempo en que Le Corbusier concluía su Unité d´Habitation de Marsella. Ambos proyectos compartían el ideal de una vida comunitaria que fuera capaz de satisfacer algunos de los espacios o servicios tradicionales de la vivienda (cocina, lavado de ropa…).

Pero Le Corbusier también estaba en esos años construyendo su capilla en Ronchamp, obra que finalizaría en 1953. Para el crítico Philip Drew, Le Corbusier, en Ronchamp, precipitó la crisis del racionalismo y volvió la espalda definitivamente al idealismo tecnológico y la estética de la máquina. Philip Drew considera que con Ronchamp se inician varios temas importantes de la tercera generación de arquitectos: el fortalecimiento de la tendencia escultórica, la reafirmación del sentimiento en la arquitectura y la sensibilidad hacia lo anónimo y lo vernáculo.