Reprogramado


Reprogramar una vivienda supone volver a definir su programa de uso, redefiniendo las actividades que sus espacios interiores han de acoger.

La vivienda convencional da respuesta al programa funcional de una familia tradicional de casi medio siglo atrás. Según queda descrito en el apartado Nuevos modos de vivir y de habitar, desde hace unos 25 años se han producido importantes cambios en nuestros modos de vida, producto del crecimiento de nuevos modelos de convivencia, nuevos planteamientos laborales y a la irrupción de las nuevas tecnologías. Por eso es urgente “actualizar” el programa de nuestras viviendas, para acomodarlo a nuestra vida actual.

El programa de la vivienda convencional acotaba los usos que se hacían dentro de la casa, excluyendo los que, por aquel entonces, tenían lugar fuera de ella.  La primera operación para reprogramar una vivienda consiste en romper las murallas del hábitat convencional, permitiendo la migración de usos entre el interior y exterior. Tras esta recolocación, una casa reprogramada puede admitir zonas de trabajo, talleres, o estudios, antes exteriores al hogar, o puede prescindir de ciertos usos convencionalmente interiores, que pasan a tener lugar en la ciudad (restaurantes, áreas sociales, gimnasio, zonas de aguas…) o en espacios compartidos con los vecinos (coworking, lavadoras, cocina compartida, espacios comunes, huerta…).

 

EEUU. Vivir en un hotel

Aunque es poco conocido, un antecedente de esta redefinición de las fronteras del hogar está en EEUU. En este país, desde mediados del siglo XIX y hasta bien entrado el XX, una parte de la clase adinerada vivía de forma permanente en hoteles, Palace Hotels, liberados de la responsabilidad de la gestión doméstica y disfrutando de servicios lujosos en las mejores localizaciones de la ciudad. Los Palace Hotels disponían de grandes salones de uso público que funcionaban como importantes centros sociales para la ciudad, y acogían tanto a viajeros como a residentes permanentes, encontrándose a medio camino entre el edificio residencial y el público. Cuando en 1836 se inauguró la Astor House, uno de los primeros grandes hoteles de Nueva York, la mitad de las habitaciones fueron ocupadas por residentes permanentes. Tanto es así que los periódicos publicaban la lista de residentes famosos que vivían en los hoteles más lujosos. Vivir en un hotel era considerado un rasgo genuino de su cultura.

Artículos sobre los ilustres residentes del Hotel Plaza (1907) y del nuevo Hotel Waldorf Astoria (1931)

EEUU. Apartment hotels en el crecimiento de Nueva York

Tras la Guerra de Secesión (1860–65), las ciudades norteamericanas sufrieron la inmigración de una incipiente clase media, que era necesario alojar. Se inició un amplio debate público que reclamaba la creación de una nueva tipología residencial cuyos costes domésticos fueran asumibles por los salarios de la época, reflexionando sobre la urgente modernización del diseño de las viviendas y la posibilidad de industrializar los servicios domésticos con el objetivo de optimizar el número de personas necesarias para desempeñar las tareas domésticas y reducir con ello los costes de mantenimiento de una vivienda. Este debate implicaba otro paralelo, sobre el papel de la mujer en la sociedad, ya que la incorporación de servicios domésticos colectivos en las viviendas la libraría del trabajo doméstico, permitiéndola obtener una independencia. Como resultado de todo ello, nació una tipología residencial propia: los apartment hotels, que contaban con servicios domésticos comunitarios, y que tuvieron un enorme auge hasta la década de 1930, siendo parte importante del crecimiento de las grandes ciudades norteamericanas.

El primer edificio apartment hotel de Nueva York fue la Haight House, inaugurado en 1871. Tenía cinco plantas y dedicaba cuatro a apartamentos para familias. A pesar de que algunos de los apartamentos disponían de cocina, en el sótano existía una cocina comunitaria, junto a una lavandería. Las comidas se servían en un comedor colectivo, pero también podían servirse en cada uno de los apartamentos, utilizando unos pequeños montacargas construidos para tal fin. Un complejo sistema de timbres y tubos neumáticos conectaban los distintos apartamentos con la cocina y la recepción del edificio, para facilitar los pedidos. La Haight House fue un éxito, tanto de ocupación como de beneficios, y al año siguiente, en 1872, se inauguró el primer apartment hotel de nueva construcción, el Grosvenor, que abrió al público sus servicios comunes, de modo que su restaurante no únicamente servía a los residentes sino que también estaba abierto al público. A partir de entonces, empezaron a proliferar  apartment hotel en las grandes ciudades americanas, siendo en Nueva York donde esta tipología más se desarrolló. Algunos estudios han identificado en esta ciudad cerca de 190 edificios completos de apartment hotels entre 1871 y 1929.  Al principio se situaron en los alrededores de la Quinta Avenida, pero a partir de 1885 formaron parte importante del crecimiento de la ciudad  hacia el norte, generando el Upper West Side.

Los apartment hotels fueron promovidos por iniciativas privadas, con un objetivo comercial, y estaban destinados, sobre todo, a residentes permanentes. Incorporaban servicios domésticos colectivos en la organización del edificio, como la cocina, la limpieza, guardería, etc., así como espacios de uso colectivo: salones, comedores, cafés, etc. diluyéndose de este modo los límites tradicionalmente establecidos entre el espacio privado y el público.  Gran parte de las viviendas de estos apartment hotels carecían de cocina, por lo que las comidas se servían en los comedores colectivos, o en la propia vivienda.  Esta tipología se vio favorecida por una legislación de 1901 que le otorgaba mayor edificabilidad que los edificios de apartamentos, lo que ayudó a su auge en las primeras décadas del siglo XX. Pero la nueva ley obligaba a que, para poder disponer de estos privilegios urbanísticos, los apartamentos estuvieran dotados de servicios domésticos colectivos, a modo de hoteles, incluyendo la comida. Por eso los apartamentos no podían disponer de cocina, pero poco a poco, a medida que las cocinas se fueron electrificando y se hicieron más limpias, fueron incorporando una pequeña habitación de servicio junto a la entrada, con una cocina mínima, camuflada con otro nombre para no incumplir con la ley.

 

Nueva York. Ansonia (1904)

Las parcelas del Upper West Side eran amplias, y en muchas de ellas se construyeron apartment hotel muy lujosos. El Ansonia (1904), por ejemplo, tenía 340 apartamentos de hasta 14 habitaciones, de los que tan sólo 140 disponían de cocina y comedor. Los residentes de los apartamentos sin cocina comían en un comedor colectivo con una capacidad de 1300 comensales, o en comedores privados. El Ansonia disponía de numerosos salones públicos, una piscina en el sótano y una gran sala de baile en la planta baja. El promotor tenía el sueño de que el edificio se autoabasteciera, por lo que en la cubierta del edificio montó una granja con 500 pollos, patos y cabras, de tal modo que los residentes recibían huevos frescos cada mañana. Para aliviar el calor del verano, la fachada incorporaba unos tubos por donde circulaba agua fría.

1904 Ansonia. Broadway, Nueva York

Nueva York. Ritz Tower (1926) y Waldorf-Astoria (1931)

A partir de 1916, con la aprobación de la Zoning Law, los apartment hotels fueron aumentando de altura, formalizándose como altas torres residenciales, en una carrera en donde cuanto más alto era el edificio, más sorprendía y mayor era su valor. La Ritz Tower (1926), por ejemplo, fue en su momento el edificio residencial más alto de Manhattan, con 40 pisos de altura. A partir del piso 18 la torre iba adelgazándose y disminuyendo su tamaño en planta, pero la dimensión de los apartamentos aumentaba, en ocasiones en forma de dúplex o tríplex, incorporando los retranqueos como terrazas privadas. En las plantas 19 y 20 de la Ritz Tower su promotor, Arthur Brisbane, se hizo un dúplex de 18 habitaciones, con acceso por un ascensor de uso exclusivo.  Durante los felices años 20, proliferaron en Nueva York este tipo de apartamentos de alquiler que volaban sobre la ciudad. Tenían grandes dimensiones, acabados de lujo e inigualables servicios domésticos. La Ritz Tower ofrecía a sus residentes, aparte del servicio doméstico, servicios como la barbería, la tienda de belleza, diversos comedores privados y el servicio de comidas, entre otras comodidades.

Otro ejemplo de alta torre residencial fue el Nuevo Waldorf-Astoria (1931), que constaba de dos volúmenes de 22 pisos que dejaban paso a un volumen central de 42 pisos, con dos pináculos rematando el edificio. El edificio albergaba hasta 2.000 habitaciones en las plantas inferiores, a modo de hotel, y grandes apartamentos, para residentes permanentes, en las torres. Cuando el hotel abrió sus puertas, los periódicos se hicieron eco de sus residentes, entre los que se encontraban destacadas personalidades de la sociedad neoyorquina. Vivir en estos hoteles, con el confort y servicios que ofrecían, era considerado como un lujo genuino y específicamente diferencial de la domesticidad americana.

Ritz Tower (1927) y publicidad del nuevo Waldorf Astoria (1931)

Nueva York. Hotel des Artistes (1917)

Algunos apartment hotels de Nueva York de comienzos del siglo XX reprogramaron las viviendas no solo sacando al exterior parte de los usos tradicionales, como cocinar y comer, sino que también incorporaron en las viviendas talleres profesionales. Un ejemplo de ello es el Hotel des Artistes (1917), construido por una cooperativa de artistas, con el objetivo de poder disponer de viviendas que incorporaran estudios de techos altos. El Hotel des Artistas era un apartment hotel cuya planta tipo albergaba 12 dúplex. Las viviendas-estudio más grandes ocupaban la parte alta, disponiendo de terrazas y talleres en cubierta. Las plantas inferiores incluían varios restaurantes, una piscina, un salón de baile y el famoso Café des Artistes, que funcionó hasta el 2009. Los apartamentos contaban con una cocina mínima o carecían de ella, ya que una parte del precio del alquiler estaba destinado a un chef que se encargaba de cocinar para cada uno de los residentes. El edificio también alojaba al servicio, en habitaciones situadas en los rellanos, junto a los ascensores. El edificio continúa en uso.

1917 Hotel des Artistes. 1 West 67th Street, Nueva York

En 1947, el arquitecto Gerrit Th. Rietveld visita Nueva York y escribe: “en una ciudad bien planteada, la escala de una vivienda se aproxima más a una gran chaqueta con bolsillos interiores que a un castillo. Cuanto peor es la ciudad, más grande ha de ser la casa”.

 

Tokio y sus viviendas mínimas

Donde más se ha desarrollado esta noción de reprogramación de la vivienda traspasando usos antes domésticos a la ciudad es en Tokio. En esta ciudad, hace casi 30 años, el arquitecto Toyo Ito planteó suAlojamiento para una chica nómada, una mujer del futuro que no habita una casa, sino toda su ciudad: Tokio. Para ello tan sólo dispone de una tienda-cabaña, el pao, que incorpora una cama y tres muebles: uno inteligente, otro para el coqueteo y otro para la comida ligera. No necesita más, porque se reúne en los cafés, se distrae en los teatros, se ducha en su club deportivo, se alimenta en restaurantes y su armario lo constituyen las diferentes boutiques de su ciudad.

1985 Toyo Ito: Chica nómada en Tokio

Esta chica nómada se ha convertido con el tiempo en una imagen anticipadora, porque en Tokio, sobre todo desde el año 2000, han proliferado los locales comerciales en los que cualquier ciudadano puede alquilar un trozo de espacio con cierto aire doméstico, por una fracción de tiempo. Estos lugares, disponibles las 24 horas del día, suponen una extensión de la casa, estando en muchas ocasiones mejor equipados que la propia vivienda. Están localizados preferentemente junto a las estaciones de metro, y pueden servir para trabajar, relajarse, descansar, entretenerse, relacionarse con los amigos o mantener relaciones íntimas.

Manga Kissa y Kenkô Land, Tokio

La existencia de estos espacios permite que muchas viviendas de Tokio sean muy pequeñas, porque sus habitantes, en realidad, no viven solo en ellas, sino que habitan en toda su ciudad. Como ejemplo de ello están las torres acristaladas de viviendas mínimas que en los últimos años se están levantando en diferentes partes de esta ciudad. Dentro de ellas sus habitantes viven inmersos en la urbe, su gran casa, a través de unas amplias fachadas de vidrio que los vinculan, física y conceptualmente, a ella. Las Viviendas I (2007) son un buen ejemplo. Albergan en cada planta un apartamento de 20 m², con todas sus fachadas de vidrio, de suelo a techo. La Torre Teo (2007), también en Tokio, es aún más radical. Sus 8 alturas contienen dos apartamentos por planta. Uno tiene 16,6 m² y el otro tan solo 8,5. Aprovechando al máximo cada cm³ el proyecto consigue que en estos espacios tan mínimos se pueda dormir, comer, lavar y almacenar, todo de forma muy básica.

2007 Office of Kumiko Unui: Viviendas I, Tokio

2007 aat + Makoto Yokomizo: Teo, Tokio

Otro ejemplo de disgregación, también situado en Tokio, es la Casa Moriyama, de Sanaa, formada por la suma de 10 volúmenes independientes diseminados a lo largo de un solar. El propietario, por el momento, solo utiliza parte de ellos. El resto están alquilados, dando lugar a una reducida comunidad de ocupantes de pequeñas viviendas parciales.

2005 Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa (SANAA): Casa Moriyama, Tokio

La comunidad Moriyama tiene una cierta similitud con los asentamientos temporales de casas móviles, furgonetas y caravanas que los “viejos jóvenes” actuales montan cada invierno en Arizona, Nevada o Utah. Pero, sin ir tan lejos, también encontramos ejemplos similares en el Levante español, donde existen gran cantidad de campings en donde los jubilados europeos pasan largas temporadas. Sus autocaravanas son hábitats disgregados que deben ser complementados por los servicios del camping.

Los “viejos jóvenes” centroeuropeos tienen hoy más movilidad espacial que las personas de media edad de sus países. Viven como aves migratorias, al sur en invierno en busca del buen tiempo y diversión, y al norte en verano para ver a sus familiares y amigos.

Camping Los Pinos, Denia, Alicante

Fuentes:

Para la historia de los apartment hotels en Nueva York ha sido fundamental la siguiente investigación: Tesis doctoral de Anna Puigjaner: Kitchenless city. El Waldorf Astoria. Apartamentos con servicios domésticos colectivos en Nueva York. 1871–1929. Universidad Politécnica de Cataluña, Departamento de Proyectos Arquitectónicos.  Director: Monteys, Xavier. Septiembre 2014.